domingo, 23 de mayo de 2010

textos

Desayuno Tragicómico

Desperté desolado, con la mente como desierto caótico, sin ganas de mover un solo dedo. Logro despegarme de la cama y apenas tengo el ánimo suficiente para preparar un café y encender un cigarro. Si, eso me hará sentir bien. Me gusta el café mientras fumo. El agua hierve, se tiñe de negro su alma, luego el tabaco besa el fuego. Me acomodo en la mesa y contemplo aquello. Siento el calor de la bebida –morena, graciosa, titilante- y percibo el aroma de esas fantásticas serpentinas de humo. Pero solo miro (ahora mi rostro flota en la superficie de aquel brebaje). Hay algo inexplicable que me impide cumplir el objetivo de todo esto: degustar. El cigarro se extingue y el café se enfria sin haber pasado siquiera por mis labios.


por javo beat

1 comentario:

  1. Excelente desayuno hombre! lo único que pasa es que el cigarro se consume y sin embargo pasa de todo. Un abrazo.

    El Pirata

    ResponderEliminar